La Estructura.

“El Testigo de Marte”

Bitácora del astronauta Nathan Carter: Martes, 14 de marzo de 2073.

Entrada 1: 16:30 horas

Oxígeno restante: 40%. Aproximadamente una hora y media antes de que mi sistema de soporte vital colapse. La nave está destruida, una ruina dispersa sobre este paisaje hostil. He intentado restablecer comunicación con la Tierra, pero no hay señal. Este planeta rojo será mi tumba.

Pero no puedo dejar de mirar ese monolito.

Negro como la ausencia misma de luz, destaca sobre el paisaje rojizo, impertérrito ante el polvo que el viento marciano levanta a su alrededor. Es antinatural. No puede ser una formación geológica. Alguien lo construyó, pero ¿quién? ¿Por qué? No tengo respuestas. Solo preguntas.

Entrada 2: 17:00 horas

He comenzado a caminar hacia él. Mi cuerpo apenas puede soportar el peso del traje, pero el monolito parece llamarme, como si el vacío entre nosotros se llenara de una voluntad que no comprendo. Cada paso es un martilleo de mi corazón, cada respiración un recordatorio de lo poco que me queda.

Desde aquí, el monolito parece más grande de lo que imaginaba. Su superficie es lisa, sin grietas ni imperfecciones, como si no hubiera sido esculpido, sino manifestado. La geometría es imposible, casi hiriente para la mente. Algo en él me hace sentir diminuto, como si no fuera más que una mota de polvo ante algo inmensurable.

Entrada 3: 17:45 horas

Oxígeno restante: 25%.

Estoy cerca. La estructura es colosal, más alta que cualquier rascacielos que haya visto en la Tierra. Pero no hay puertas ni ventanas. No hay evidencia de cómo fue construido ni de quiénes pudieron haberlo hecho. Solo es.

La temperatura ha caído. No debería ser posible, pero la atmósfera aquí se siente distinta, más pesada. Una parte de mí quiere retroceder, pero ¿qué sentido tiene? Moriré pronto de todos modos. Si este es mi fin, quiero enfrentar lo desconocido de frente.

Entrada 4: 18:10 horas

Oxígeno restante: 10%.

Estoy al pie del monolito. Es… imposible describirlo completamente. No solo lo veo; lo siento. Una vibración que no es sonora, sino mental. Mi cabeza late con una presión insoportable, como si algo estuviera tratando de entrar, de comunicarme algo más allá de las palabras.

Quiero tocarlo, pero mi cuerpo no responde. Una presencia, intangible pero innegable, se cierne sobre mí. No puedo evitar pensar que esto no es una simple estructura. Es un testigo. Un mensaje. Quizá un aviso.

Entrada 5: 18:30 horas

Oxígeno restante: 3%.

El monolito está vivo. No en el sentido biológico, sino como algo que trasciende nuestra comprensión. Las imágenes en mi mente son caóticas: galaxias naciendo y muriendo, formas que desafían la razón, voces que no entiendo pero que me llenan de un terror primitivo.

Tal vez es su manera de decirme que nunca debimos venir aquí. O quizá simplemente está observándome, indiferente a mi existencia, como un humano miraría una hormiga antes de aplastarla.

Entrada final: 18:35 horas

Oxígeno restante: 1%.

No hay respuestas, solo la certeza de que nunca las obtendré. La humanidad no está sola, pero no somos el centro de nada. Este monolito, esta cosa, está más allá de nuestro entendimiento.

Voy a cerrar mis ojos ahora. Mi última visión será este testigo negro contra el cielo rojo. Y mi último pensamiento: ¿Por qué fue creado? Quizá esa pregunta no tiene respuesta.

Fin de la transmisión

Scroll al inicio